Islandia ha sido testigo de una nueva erupción volcánica en la península de Reykjanes, al suroeste del país, que ha obligado a evacuar tanto el famoso balneario geotermal de la Laguna Azul como el pueblo pesquero de Grindavík. Este evento, que comenzó con un enjambre sísmico de más de 200 temblores, culminó con la apertura de una fisura de aproximadamente medio kilómetro de longitud, por donde el magma ha comenzado a emerger.
La Laguna Azul, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Islandia, ha cerrado sus puertas mientras las autoridades trabajan para garantizar la seguridad de los visitantes y residentes. Grindavík, que ya había sido parcialmente evacuado en erupciones anteriores, ha visto nuevamente a sus habitantes trasladarse a lugares más seguros.
Aunque la actividad volcánica no ha afectado significativamente el tráfico aéreo ni la capital, Reikiavik, los expertos advierten que la situación podría evolucionar. Este fenómeno forma parte de un ciclo de erupciones que comenzó en 2021, marcando un cambio en la actividad geológica de la región.
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