El calentamiento global avanza sin pausa y se acerca a los umbrales de seguridad que establecieron las naciones del mundo cuando en 2015 firmaron el Acuerdo de París. El objetivo del pacto es lograr que el incremento medio de la temperatura de la Tierra se quede este siglo por debajo de los dos grados Celsius y, a ser posible, por debajo de los 1,5, siempre tomando como referencia los niveles preindustriales. Porque es en la era industrial, a partir del XIX, cuando el ser humano cimentó su desarrollo en los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los principales responsables de esta crisis climática y a los que la humanidad sigue enganchada. Sin embargo, lo que en 2015 podía parecer algo lejano (llegar a ese calentamiento de 1,5 grados aunque solo sea de forma puntual) ahora está a la vuelta de la esquina.
Los expertos del Met Office (la agencia meteorológica del Reino Unido) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sostienen que el próximo lustro existe una probabilidad de alrededor del 50% de que la temperatura media global de la superficie del planeta supere los 1,5 grados en alguno de esos cinco años. En estos momentos, el calentamiento está en unos 1,1 grados y el año más caluroso registrado desde 1850 fue 2016, cuando se superaron los 1,2. Este mismo equipo de científicos señala que hay un 93% de probabilidad de que al menos un año entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido y desbanque a 2016, según el informe difundido este lunes con estas predicciones que se actualizan anualmente.
Para Petteri Taalas, secretario general de la OMM, el estudio constata que el ser humano se está encaminando hacia una superación temporal del objetivo más ambicioso del Acuerdo de París. Taalas ha recordado que ese 1,5 no es una cifra aleatoria, sino “un indicador del punto en el que los impactos climáticos serán cada vez más dañinos para las personas y para todo el planeta”. Porque cada décima de incremento de la temperatura media conducirá también a un mayor número de eventos extremos —como las olas de calor y las inundaciones—, que también serán más intensos.
Los responsables del calentamiento presente y del que sufriremos en el futuro próximo son los gases de efecto invernadero ya emitidos debido a que estos compuestos permanecen en la atmósfera durante décadas o siglos en función de la sustancia. El dióxido de carbono, el más abundante, resiste cientos de años; el metano, mucho más potente, se degrada en un par de décadas.
A pesar de que las malas noticias climáticas se acumulan por la falta de medidas contundentes frente a esta crisis climática, todavía está en manos del ser humano decidir hasta donde llega el nivel de calentamiento este siglo. O, dicho de otra forma, todavía es posible cumplir con las metas más ambiciosas del Acuerdo de París, aunque para ello hacen falta unas reducciones “brutales” de los gases y del uso de los combustibles fósiles que en estos momentos no están sobre la mesa, como recuerda Francisco Doblas, director del departamento de Ciencias del Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), uno de los organismos de investigación que participan en el estudio difundido este lunes.
Doblas recuerda que una superación puntual, de un año como lo que se plantea en el análisis de la OMM, no significa incumplir París. Porque cuando en este pacto se menciona el umbral de los 1,5 grados se hace referencia a la temperatura media de periodos de 20 años, no de superaciones en un año o un mes. Por eso el ser humano tiene todavía algo más de margen. Aunque tampoco mucho: el último informe de IPCC—el panel internacional de científicos climáticos que trabajan bajo el paraguas de la ONU— pronosticaba que la barrera de los 1,5 grados se superará de forma estable en la década de los años cuarenta de este siglo debido a los gases que ya se han emitido a pesar de las alertas científicas de las últimas décadas. La clave es qué ocurrirá a partir de entonces: si se consigue de nuevo bajar de ese punto durante la segunda mitad de este siglo XXI. Para ello se requieren recortes drásticos y rápidos del empleo de los combustibles fósiles. “Se necesita poner en marcha unos esfuerzos que deberían haber comenzado ayer”, urge Doblas.
Los planes climáticos actuales de todos los países firmantes del Acuerdo de París llevarán a un incremento de la temperatura media de 2,8 grados a finales de siglo, según las estimaciones del IPCC. Esto supone multiplicar por 2,5 el nivel de calentamiento actual, que ya ha llevado a un crecimiento notable de fenómenos extremos y producido impactos que serán irreversibles durante miles de años, como el deshielo y el incremento del nivel del mar. Por eso se necesita que se endurezcan los recortes de gases de efecto invernadero previstos si se quiere conseguir cumplir con el objetivo de que el calentamiento se quede entre los 1,5 y los dos grados.
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