09 marzo, 2021

El Planeta 9, ¿sólo un espejismo?

El Planeta 9 saltó a los titulares de la prensa en 2014, cuando los astrónomos Chad Trujillo y Scott Sheppard (Institución Carnegie de Washington) publicaron un estudio sobre las órbitas de varios pequeños cuerpos del sistema solar, de los que orbitan más allá que Neptuno (llamados Objetos Transneptunianos, o TNOs por sus siglas en inglés). Estos TNOs son pequeñas rocas que, debido a su gran distancia a la Tierra y a su oscuridad, resultan muy difíciles de observar. Los mayores cuerpos conocidos de este estilo, los planetas enanos Plutón y Eris, se encuentran mucho más cercanos a la Tierra que la mayor parte de la familia transneptuniana.

Trujillo y Sheppard demostraron que las órbitas de unos pocos TNOs que habían observado no estaban orientadas, como cabía esperar, de manera aleatoria, sino que sus perihelios (los puntos de máxima aproximación al Sol) estaban alineados de forma notable. Ello llevó a los astrónomos a lanzar la hipótesis de que un 'Planeta 9', desconocido hasta la fecha, podría ser el responsable de ese alineamiento de las órbitas.

Ya en 2016, Mike Brown y Konstantin Batygin (Caltech) realizaron un nuevo estudio en el que comprobaron que Neptuno era capaz de explicar algunos de estos alineamientos, pero no todos. Además, calcularon las órbitas de otros cuerpos TNOs más lejanos (que no están sometidos a la influencia de Neptuno) y no sólo observaron un alineamiento de las órbitas, sino que encontraron que tales órbitas eran coplanarias. Según los astrónomos, la probabilidad de que estos alineamientos sucedan por casualidad era extremadamente pequeña, y se convirtieron así en fervientes seguidores de la hipótesis del Planeta 9, lo que les llevó a protagonizar muchos titulares en la prensa de la época, por supuesto estas Crónicas del Cosmos también se hicieron eco del asunto.

El nuevo planeta del sistema solar, Planeta 9, sería del tipo supertierra, es decir, unas 5 a 10 veces más masivo que la Tierra, y tendría una órbita muy distante y muy elíptica. Su efecto gravitatorio iría perturbando las trayectorias de muchos TNOs menos masivos hasta hacer que sus órbitas se agrupasen en una región del cielo relativamente pequeña.




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