26 noviembre, 2020

La no tan desconocida cara de los maniquíes de primeros auxilios.

 "La relación macabra entre el cadáver de una joven suicidada en el Sena y un juguetero noruego dio lugar al maniquí utilizado para primeros auxilios"

Su cuerpo apareció una tarde de 1880 en las aguas del río. Se trataba de una joven de unos 16 años que había decidido poner fin a su vida arrojándose al Sena. Por eso mismo, todo el mundo se refería a ella como «La desconocida del Sena». El cadáver presentaba una enigmática sonrisa, y fue expuesto durante varios días en la morgue de París, por si alguien podía aportar algún dato acerca de la desconocida joven. Tal asunto se debió a que uno de los trabajadores de la morgue, cautivado por la belleza del cadáver, encargó hacer una réplica de aquel rostro, una máscara mortuoria que conservase para los restos la serenidad de su recóndita sonrisa. 

Tal llegó a ser su fama que, para estar a la moda de entonces, en todo salón que vistiese elegante no podía faltar una máscara de «La desconocida del Sena» ; por lo que los moldeadores de la época incluyeron en sus catálogos la máscara de la joven como artículo estrella, haciendo que a finales del siglo XIX y principios del XX, la máscara de la desafortunada joven era todo un éxito comercial. 

Años más tarde, el médico austriaco Peter Safar, (1924-2003), experimentó métodos de primeros auxilios a la hora de reanimar a pacientes, aplicando con éxito técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP). Así, decidió divulgar su descubrimiento, el doctor Safar encargando a un fabricante de juguetes noruego un maniquí que sirviese de modelo para el aprendizaje


El primer maniquí estaba formado por una cabeza con cabello natural y su correspondiente tórax, conseguido a partir de un resorte. Pero Asmund Laerdal, llevado por los prejuicios de la época, pensó que si fabricaba un maniquí masculino, los hombres iban a ser reacios a aprender una técnica de reanimación tan fundamental como el boca a boca. Entonces al juguetero le vino el recuerdo y la imagen de la máscara macabra que colgaba de una de las paredes del salón de casa de su abuela. Así, tomando como modelo a la famosa desconocida, el juguetero fabricó su maniquí, al que bautizó como Resusci Anne.

Desde entonces, la cara de «La dama desconocida» se ha convertido en «la cara más besada de la historia».




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