Cuentan que, en una ocasión, Albert Einstein iba camino de una conferencia, quejándose de lo aburrido y rutinario que se le hacía contar siempre lo mismo. Su chófer, queriéndole quitar la carga, le propuso intercambiar sus papeles, ya que, según este, de tantas veces que había asistido a sus conferencias, se sabía de memoria lo que iba a decir el científico.
Sin dudarlo un momento, Einstein aceptó y, con ello, el chófer dio la conferencia haciéndose pasar por el mismísimo Einstein. Cuando alguien del público levantó la mano para formular una duda, el falso Einstein dijo que aquella era una duda que él no podía resolver, pero que para eso estaba su chófer, al que señaló en la última fila.
El pasado mes de abril, mientras el mundo entero estaba pendiente del curso de la pandemia, tuvo lugar la penúltima simulación de un acontecimiento que dedujo Einstein años antes. Nos referimos a la fusión de dos agujeros negros de masas diferentes. Hasta entonces, los agujeros negros que colisionaban entre sí, y se fundían, eran de masas similares.
Para representar el descubrimiento de la pareja de agujeros negros, se han realizado simulaciones con ordenador. Sin embargo, la simulación más práctica fue la que propuso el mismo Christopher Berry al identificar los agujeros negros con dos galletas Oreo.
Teniendo en cuenta las magnitudes de ambos agujeros, Berry señalo que era aproximadamente el mismo ratio que el que se da entre el relleno de una galleta Oreo normal con el de una galleta Oreo Mega Stuff. La comparación es acertada, pues con dos galletas Oreo de distinto tamaño, podemos simular dos agujeros negros cada uno con su masa y su giro.
Fuente:ELPAIS
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