01 diciembre, 2020

El Sistema Solar desaparecerá mucho antes de lo que se pensaba.

 Y es que ahora las últimas estimaciones, recién publicadas en The Astronomical Journal, han revelado que los planetas de nuestro sistema desaparecerán bastante antes de lo que creíamos, dentro de «solo» 100.000 millones de años, abandonando para siempre a un Sol ya moribundo y condenado. «Comprender la estabilidad dinámica a largo plazo del Sistema Solar -escriben en su artículo los astrónomos Jon Zink, de la Universidad de California, Kinstantin Batgy, del Caltech y Fred Adams, de la Universidad de Michigan- constituye una de las búsquedas más antiguas de la astrofísica, que se remonta hasta Newton, quien especuló que las interacciones mutuas entre planetas eventualmente conducirán a un sistema inestable». De hecho, cuanto mayor sea el número de cuerpos involucrados en un sistema dinámico, actuando todos entre sí, más complejo se volverá el sistema y más difícil será hacer predicciones sobre su comportamiento. Debido precisamente a esa complejidad, resulta imposible hacer predicciones de las órbitas de los objetos del Sistema Solar que vayan más allá de entre 5 y 10 millones de años.


La cuestión no es menor, porque si logramos averiguar qué le ocurrirá al Sistema Solar en el futuro, aprenderemos mucho sobre cómo evoluciona el propio Universo en escalas de tiempo incluso mayores que su edad actual, unos 13.800 millones de años. Ya en 1999, los astrónomos predijeron que nuestro sistema planetario se iría desmoronando lentamente durante un periodo de un millón de billones de años, es decir, 10 ^ 18, o un trillón de años. Factores que podrían hacer que el Sistema Solar se desestabilice mucho antes.

Factor 1: el Sol

Nuestra estrella lleva brillando ya 5.000 millones de años, y todo indica que dispone del hidrógeno suficiente como para seguir haciéndolo durante otros 5.000 millones de años más. Cuando el horno nuclear vuelva a encenderse, quemando helio en lugar de hidrógeno, el Sol «rebotará», hinchándose como un enorme globo anaranjado, mucho mayor de lo que era antes. Después, expulsará de un solo golpe casi la mitad de su masa, que será arrastrada por los vientos estelares. Solo quedará una enana blanca, un núcleo denso con cerca de la mitad de su masa actual.

La pérdida de masa hará que disminuya la atracción gravitatoria sobre los planetas restantes, Marte y los gigantes exteriores, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Factor 2: la galaxia

Los investigadores creen que durante su recorrido, nuestro sistema planetario se acercará sin duda a otras estrellas, y en algunos casos lo suficiente como para que las órbitas de los planetas se vean perturbadas. «Si tenemos en cuenta la pérdida de masa estelar y el alargamiento de las órbitas de los planetas exteriores -reza el artículo-, estos encuentros tendrán cada vez mayor influencia. » Esas órbitas «expandidas», así como las características de la resonancia planetaria, hacen que el sistema sea más susceptible a las perturbaciones causadas por las estrellas que pasan. Según los cálculos, después de 30.000 millones de años, las perturbaciones estelares transformarán esas órbitas inicialmente estables en caóticas, lo que resultará en una rápida pérdida de planetas.

Todos menos uno abandonarán sus órbitas y huirán hacia la galaxia como planetas errantes y solitarios.


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