Hace aproximadamente 252 millones de años, al final del período Pérmico, la Tierra experimentó la mayor extinción masiva registrada en su historia, conocida como la "Gran Mortandad". Durante este evento catastrófico, se estima que alrededor del 90% de las especies marinas y el 70% de las especies terrestres desaparecieron, marcando un punto de inflexión en la biodiversidad del planeta.
El desencadenante principal de esta extinción fue un episodio de calentamiento global extremo. La causa más probable fueron las erupciones volcánicas masivas en la región de Siberia, conocidas como las Trampas Siberianas. Estas erupciones liberaron cantidades colosales de dióxido de carbono (CO₂) y metano a la atmósfera, causando un efecto invernadero severo. Como consecuencia, las temperaturas globales aumentaron drásticamente, los océanos se volvieron más ácidos, y sus niveles de oxígeno se desplomaron, provocando la muerte masiva de organismos acuáticos.
En tierra, las temperaturas abrasadoras y la alteración de los ciclos ecológicos llevaron a la desaparición de numerosas plantas y animales. Este evento dejó un planeta desolado, pero también allanó el camino para que los dinosaurios, que surgieron posteriormente, se convirtieran en los dominantes del ecosistema.
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