Cada paso en la lucha científica contra el cancer es una carrera contra reloj: hay unas células enloquecidas que se multiplican sin control y los oncólogos buscan la forma de adelantarse a ellas para llegar cuanto antes a detectarlas, a tratarlas o a descubrir si alguna rezagada ha colonizado otras partes del organismo.
Hay muchas esperanzas depositadas en la técnica de biopsia líquida, admite Rafael López, jefe de oncología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS)
El médico, que lleva cuatro décadas en primera línea, a pie de consulta, viendo el cáncer bien de cerca, se dice “afortunado”. En este tiempo ha visto transitar la oncología a “otro mundo”: de poco más que quimioterapia para tratar un puñado de tumores con pronóstico infausto, a disponer de un complejo arsenal terapéutico que ha logrado duplicar la supervivencia del cáncer. Y la biopsia líquida es solo una pieza más del engranaje de ese nuevo mundo que se está construyendo: en la práctica, para el paciente, este test en sangre es como una extracción para una analítica convencional, pero que puede llegar a revelar información valiosísima sobre un tumor.