La atmósfera hace posible la vida en la superficie de la Tierra, regulando nuestro clima y protegiéndonos de los dañinos rayos cósmicos. Son ya muchos los planetas de tipo rocoso como la Tierra que han sido descubiertos, pero se ha venido creyendo que la mayoría de ellos perdieron su atmósfera hace tiempo debido a lo muy elevadas que son sus temperaturas por estar muy cerca de sus respectivas estrellas.
Sin embargo, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago y de la de Stanford, ambas en Estados Unidos, sugiere que muchos de estos exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar) podrían no solo desarrollar atmósferas ricas en vapor de agua, sino además mantenerlas durante mucho tiempo.
A juzgar por las observaciones realizadas en la misión Kepler y otras, los planetas un poco más pequeños que Neptuno son muy abundantes en el cosmos, lo que resulta un tanto sorprendente porque no hay ninguno en nuestro sistema solar. Bastantes de estos, por la gran proximidad a su estrella, deben ser bolas de magma, aunque cuentan con una atmósfera de hidrógeno.
Sin embargo, las posibles consecuencias de que un planeta esté cubierto de océanos de roca fundida, una consecuencia del intenso calor derivado de la cercanía de la estrella, podrían cambiar mucho el resultado final, tal como creen Edwin Kite, de la Universidad de Chicago, y Laura Schaefer, de la de Stanford, autores del nuevo estudio.
Concretamente, es muy probable que estos océanos de magma absorban grandes cantidades de hidrógeno de la atmósfera y que propicien que este reaccione químicamente para formar agua. Parte de esa agua escapa a la atmósfera, pero mucha más queda atrapada en el magma.
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