Hace 260 millones de años, una gigantesca roca espacial más grande que cuatro montes Everest —y hasta 200 veces mayor que la que extinguió a los dinosaurios— se estrelló contra nuestro planeta y dejó una huella tan monumental que los científicos son capaces de rastrearla hasta el día de hoy.
La autora principal del estudio es Nadja Drabon, geóloga de la Tierra primitiva en la Universidad de Harvard (EE UU), quien siguió el rastro del meteorito hasta el cinturón de rocas verdes de Barberton, en Sudáfrica. Drabon explica que “solo hay unos pocos lugares en el mundo donde tenemos rocas tan antiguas. Barberton es uno de esos pocos lugares que quedan, y las rocas están notablemente bien preservadas”. Los primeros indicios del impacto se encontraron en forma de esférulas del tamaño de granos de arena. Cuando ocurren golpazos tan imponentes, los meteoritos y parte de la Tierra se evaporan.
Los investigadores encontraron una capa similar asociada con el impacto que extinguió a los dinosaurios, pero esa capa tiene menos de un centímetro de espesor, mientras que la del S2 tiene más de 15 centímetros.
El impacto de aquel gigantesco meteorito desencadenó un tsunami que removió el océano y arrastró escombros de los fondos marinos hacia las zonas costeras.
En principio, la idea de un impacto meteórico tan potente puede sugerir que la Tierra entera quedó arrasada y la vida se redujo a cenizas.
“Hasta hace poco, se pensaba que los impactos eran desastrosos para la evolución. Sin embargo, esta forma de pensar está cambiando y ahora se cree que la vida no solo era resistente, sino que pudo haberse beneficiado de eventos tan violentos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si comentas como usuario anónimo no olvides identificarte para que se pueda calificar la actividad.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.